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La inteligencia Artificial (IA) puede desempeñar un papel cada vez más delicado en los actos delictivos del futuro. La posibilidad de fraude, deepfakes o manipulación causada por la IA, pueden representar amenazas reales que suponen riesgos para todos los que vivimos una vida cada vez más digital. Claro está, que a medida que el desarrollo tecnológico evolucione, también aumentarán los sistemas de prevención y control.
Desde hace un par de años, hay algo que constantemente concierne a intelectuales alrededor del mundo: ¿cuál será la base sobre la que se establecerá la relación entre los humanos y la IA? En efecto, es importante preguntarnos qué supondrá esto para la humanidad, cuando por ejemplo, las máquinas logren ser socialmente inteligentes, entiendan emociones, o se conecten unas con otras.
Por ello, debemos mantener a los humanos al control de cada situación que pueda involucrar el uso de Inteligencia Artificial y entender qué están haciendo las máquinas a nuestro alrededor.
Sin perjuicio de lo anterior, ya se vislumbra cuáles podrían ser los delitos más probables basados en Inteligencia Artificial:
Aunque pueda sonar futurista cuando la IA comience a ”pensar” como lo hacen los humanos (o incluso en lugar de los humanos), podríamos estar expuestos a amenazas que van más allá de la privacidad de nuestros datos.
Reforzar la ciberseguridad con IA se ha convertido en un imperativo para las organizaciones, y actualmente, es empleada como una herramienta para ayudar a incrementar la eficacia y seguridad de sus propios sistemas, y así superar ataques cibernéticos y/o hackeos.
En conclusión, programas como los ”AI Security Compliance Programs” son cada vez más necesarios entre empresas y organizaciones, para enfocar la IA en iniciativas de ciberseguridad. Además, se deberá encontrar una forma de balancear la eficiencia de la automatización que caracteriza a la IA, con el requisito de la supervisión humana.
Esto garantizará, que dichos sistemas protejan nuestra información, en lugar de ponerla en riesgo.
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